Los editores Eugenia Pérez Tomas y Andrés Gallina conversan sobre las particularidades de este proyecto dedicado exclusivamente a la publicación de diarios íntimos.
Por Chiara Abiuso
El diario íntimo es un género incierto, produce desconfianza dentro de la crítica, que se debate entre si poseen valor literario o no. Lo cierto es que el diario no se cierra a un formato específico: listas, recordatorios, pormenores de los hechos ocurridos en el día, confesiones… Hoy en día es un género que causa cada vez más interés entre el público, quizás por el atractivo que suscita la exposición de la intimidad.
Ya sea por la ruta 11 o por el “camino viejo”, podemos llegar en poco tiempo a nuestra vecina ciudad de Miramar y su curioso bosque que, se dice, posee una fuerza extraordinaria cercana a la magia. Su nombre es Bosque Energético y así decidieron bautizar Eugenia Pérez Tomas y Andrés Gallina a su proyecto editorial, que ya lleva publicados cuatro títulos: “Diario inconsciente” de Santiago Loza, “Diario de los quince” de I Acevedo, “Diario de una guardavidas” de Natalia Figueroa Gallardo y el más reciente “Diario de limpieza” de Matías Moscardi. Exploramos con sus editores el abanico que se abre ante este género considerado “menor”.
-¿Cómo surgió la idea de crear una editorial independiente y más aún que publique solo diarios íntimos y afines?
Eugenia Pérez Tomas: La idea viene como una prolongación de nuestra tarea como escritores y, principalmente, desde nuestra posición como lectores. Ese es nuestro vínculo principal con los libros. El deseo de editar viene de ese amor al proceso integral de la construcción de un libro. Y pensar como editores tiene que ver con esa posibilidad de imaginar un catálogo, una familia de autores y textos que, con total diversidad, compongan un recorte específico. Hacer pie en los diarios y quedarnos en esa ínfima focalización es un gesto identitario de la editorial, donde lo que pretendemos alumbrar y lo que nos interesa profundamente es que en la posibilidad del detalle “Diario” se abra un campo de exploración enorme.
Andrés Gallina: Teníamos, para empezar, un libro del que nos enamoramos apenas leímos los primeros fragmentos: Diario inconsciente de Santiago Loza, sobre una experiencia psiquiátrica que le sucedió muchos años atrás. Y en ese libro ya estaba contenida toda la plasticidad del género diario: se trata de un diario falso, escrito a destiempo, que se puede leer como un cuaderno o bitácora pero también como una novela durísima y a la vez luminosa. Conjuntamente, a través de Roberta Ianammico, llegamos a los diarios de I Acevedo, escritos a los 15 años, donde se narra la aventura de una adolescente que decide como regalo de 15 no una fiesta sino una computadora: un artefacto para convertirse tempranamente en escritor. Los dos libros son un enorme elogio de la ficción. Cuando los tuvimos entre manos, con Euge sentimos que ahí aparecía el comienzo de algo que podía durar.
-¿Escriben o tienen pensado escribir un diario?
A.G.: Yo soy lector de diarios (cada vez más), pero nunca llevé un diario.
E.P.T.: Para mí, en cambio, la escritura en diarios y cuadernos es algo que hago habitualmente, a veces con más o menos continuidad, pero es una práctica que me sostiene y sostengo desde que soy muy chica. Eso no significa que sean diarios publicables, es una práctica íntima que puede tomar una dimensión de proyecto, como fue en el caso de La canción del día, la novela que tuvo su punto de partida en uno de mis diarios del embarazo y nacimiento de mi hija.
-¿Por qué eligieron la edición de diarios íntimos?
A.G.: Nos interesaba la concentración que trae esa idea, esa unidad mínima, esa cosa molecular de plantar una editorial alrededor de un objeto tan específico. Pensamos en un proyecto claro y simple en todos los planos: desde la tipografía estallada que se come a la imagen en las tapas (todo el trabajo visual de la diseñadora Maca Fatne), todos los libros con el “Diario de” en posición inicial en el título (como si armaran juntos una saga, o un bosque), la detención exclusiva en el diario como un género clásico de la literatura del yo… Pero al mismo tiempo sabemos que esa aparente concentración de la editorial en el género diario es más o menos falsa, porque un diario íntimo puede contener y celebrar en su interior todos los géneros. Se trata de una ficción como cualquier otra. Nadie le pide más veracidad a un diario íntimo que a una novela.
E.P.T.: Entonces la voluntad fue armar un catálogo que se dedique pura y exclusivamente a los archivos personales y ver cómo estos se desmarcan y adquieren otras formas. Creo que lo que hacemos o lo que queremos y buscamos con la editorial es iluminar ese borde entre el archivo personal y el ensayo sobre determinados recortes del mundo. Un diario no busca la centralidad y esa exploración del registro también nos interesa: la idea de diario como escritura menor.
“Un diario no busca la centralidad y esa exploración del registro también nos interesa: la idea de diario como escritura menor”.
-¿Cuál es, para ustedes, el rol del editor independiente en el vínculo entre autores y lectores?
E.P.T.: Trabajamos con mucha cercanía, acompañando las decisiones y pensando en colaboración la factura total del libro. Descubrimos en nuestras primeras ferias: FED, Invierno que puede haber también una conversación directa y viva con las y los lectores en esas instancias y es muy vital el intercambio.
A.G.: Acompañar, leer y releer, proponer, intervenir pero también saber correrse, que sea más o menos feliz el tránsito hacia el libro, y también el después, entrar en vinculo durante todo el largo viaje que dura la experiencia de un libro.
-¿Cómo relacionan la escritura íntima con la lectura “pública” posterior? ¿Creen que hay algún tipo de puesta en escena, hablando en términos teatrales, a la hora de escribir un diario íntimo?
E.P.T.: Yo pienso que la escritura tiene una esfera performativa en todos los casos, más allá del género que se esté escribiendo. Escribir es una puesta en escena de la hoja, donde el cuerpo –la respiración y los sentidos– están colaborado en el mismo espacio presente. La dimensión de lo público puede estar desde las instancias más germinales de un proyecto o que eso aparezca por la impronta de la publicación. Hay textos que están pensados para ser leídos y otros que no y pienso que esa autonomía -entre la instancia de escritura y la instancia de circulación del libro- es un valor.
Foto de Emiliano San Román.
-Andrés, hace poco publicaron en conjunto con Matías Moscardi “Guía maravillosa de la costa atlántica”, pero la escritura del diario es, podríamos decirlo, todo lo opuesto a la escritura compartida, es la escritura más centrada en el yo. ¿Cómo fue la experiencia?
A.G.: Para nosotros, escribir juntos es más una escritura del ‘yo’ que del ‘nosotros’. El primer libro que escribimos fue en Mar del Plata, de la mano de Ana Porrúa, donde empezó todo, porque también tuvimos con ella una editorial, Dársena 3. También nos acompañó Gastón Franchini, un maestro para los dos. En aquel momento, lo primero que publicamos fueron libros de algún modo mellizos: “Adela y Josele”. Y a veces cuando leo lo que escribimos juntos, tiempo después, no sé qué corresponde a quién. Hemos escrito un diccionario, una guía, ahora estamos en un libro de ensayos sobre los besos en distintos pasajes de la cultura. Y me cuesta pensar que esa escritura compartida sea una cosa distinta a una escritura del yo. En los libros que escribimos está nuestra amistad y está nuestro lenguaje de la amistad, nuestras preguntas, lo que leemos, los chistes, y toda nuestra educación sentimental. Esos libros podrían ser, con otros envases, diarios íntimos que narran la amistad.
-¿Cuáles son los mayores desafíos de la edición independiente?
-Consolidar un catálogo que no esté determinado por las reglas y mandatos del mercado. En otras palabras, que la posibilidad de venta no sea nunca lo que imponga su publicación. Y al mismo tiempo, que la venta nos permita seguir editando. Otro desafío es seguir leyendo (dicen que lo que menos hace un editor es leer) y trabajar más en el Word que en el Excel. Y un poco como bálsamo frente a tiempos tan difíciles, concentrarnos mucho en el próximo libro.
-¿Se animan a recomendar tres diarios imprescindibles?
-“Diarios” de Louise Bourgeois, “Los diarios de Emilio Renzi” de Ricardo Piglia y “Diario de una diversa” de Alda Merini. Y ya que estamos recomendamos los de Bosque energético: “Diario inconsciente” de Santiago Loza, “Diario de los quince” de I Acevedo, “Diario de una guardavidas” de Natalia Figueroa Gallardo y “Diario de limpieza” de Matías Moscardi.